En Cardiff (Reino Unido), un jugador de rugby aficionado galés, fue condenado a un año de prisión al morder a un adversario en la oreja arrancándole el lóbulo.
El jugador que mordió la oreja, Gareth Jones, negó todos los hechos cuando declaró ante el tribunal, pero fue declarado finalmente culpable por el juez, que denunció la acción como una barbaridad y un acto fuera de lugar.
El hecho se produjo cuando después de un penalti concedido al equipo de Daniel Hobbs, enfureció al equipo rival de tal modo que en uno de los choques, Hobbs sintió un dolor intenso y al llevarse la mano a su oreja y mirarla, la tenía llena de sangre. Le habían arrancado el lóbulo.
Finalmente a Hobbs tuvieron que trasladarle al hospital donde le dieron veinte puntos de sutura para poder coser el lóbulo.
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