Su familia que no cesa en el intento de demostrar que Pablo no es el que cometió los asesinatos, se ha gastado muchísimo dinero, sin conseguir nada. Ellos consideran que la primera sentencia fue injusta, puesto que el primer abogado que tuvo, asignado de oficio, cuando le defendió estaba borracho y no tenía el juicio preparado, debido a que sufría una depresión por problemas sentimentales.
Aunque ahora con su tercer defensor que ha encontrado pequeños indicios de que Pablo no cometió los asesinatos esperan que por fin pueda tener un juicio justo. Benjamin Waxman que es quien lleva ahora la defensa, ha reabierto el caso en el tribunal de Ford Lauderdale.
Waxman cuenta con el apoyo de un experto facial de la Universidad de Manchester en Gran Bretaña, que ha declarado que la mala imagen de las grabaciones de los asesinatos, que se le imputan, no son los mismos que los que posee la anatomía de Pablo. Considera que los ojos, la boca, las cejas, incluso el tamaño del cráneo no son como los del acusado.
La familia Urtain solo quiere que Pablo tenga un juicio justo después de pasar tantos años en la cárcel y finalmente lo liberen.
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