
Después de 80 horas en coma inducido, finalmente murió tras no experimentar mejoría. Al término del combate dijo que estaba muy mareado y que le dolía la cabeza: ¡no me echen agua, porque siento que me quema!, exclamó. Ahí mismo se desvaneció y tuvo que ser llevado de urgencia al hospital para ser intervenido por un derrame cerebral.
Desde el primer momento Omar Chávez y su padre, Julio César Chávez, el que fuera una de las leyendas en el boxeo mexicano, puesto que ganó un campeonato mundial, se unieron a la familia para pedir la recuperación, que no llegó finalmente.
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