Guillermo Coria al que le llamaban el mago, era un tenista delicado y constante, efectivo y letal sobre la tierra batida.
Pretendía liderar la generación de tenistas argentinos puesto que era mejor que Nalbandian y Gaudio. Ahora desahuciado deportivamente y casi anímicamente lucha por volver a ser el mismo que era.
Ha vivido un camino muy duro puesto que en 2001 dio positivo en un control antidopaje por consumir esteroides que inocentemente había en un complejo vitamínico que ingirió. Siete fueron los meses que le aplicaron de sanción y tras reivindicar su inocencia volvió a estar en lo más alto en 2004. Fue el tres del mundo.
En la final de ese año frente a Gastón Gaudio que perdió en el quinto set, Coria se reveló acallando las opiniones de muchos que le criticaban por su dopaje pasado.
Tenía 22 años y juventud para poder llegar a lo más alto.
Pero el futuro no le deparaba buenas expectativas. De repente su codo derecho se convirtió en un cumulo de dolores y el hombro más tarde le obligo a pasar por el quirófano y él se olvido de jugar a tenis. Sobre todo se obsesiono con que no sabía sacar. De ser el nº 3 del mundo paso a ser el 116 a finales del 2006 y hoy por hoy no pasa del 809.
En 2006 su frustración con el saque le hizo batir el record de dobles faltas en un partido oficial al cometer 23 ante el alemán Nicolas Kiefer.
Ahora Coria empieza este 2008 con fuerza a sus 26 años, quiere volver a ser el mismo de antes y sique reclamando justicia. Dice sentirse mejor y pretende prepararse para el Roland Garros para poder volver a brillar.
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