Mónica Seles hizo un comunicado hace unas semanas en el que confirmaba que dejaba el tenis para siempre.
Recordamos el incidente que ocurrió en Hamburgo, mientras disputaba un partido en el que un fanático de Steffi Graf al que le faltaban unos cuantos tornillos, además de una camisa de fuerza, la apuñaló. Fue una pequeña cuchillada de tres centímetros, en la escala de los navajeros un arañazo, pero a Seles le dejó el efecto secundario de una gran herida, que fue su sombra durante mucho tiempo.
Tenemos en nuestras retinas aquellas embestidas al estilo karateca en la que los gritos eran los protagonistas así como los grandes golpes conseguidos en cada uno de los nueve Grand Slam que había conseguido. Completó rápidamente un historial magnífico y nos hizo disfrutar con su gran juego, pero ahora toca decirle adiós definitivamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario