La estatua se había perdido en 1985 cuando el equipo de Osaka el Hanshin Tigers, celebraba la victoria del campeonato de liga.
El coronel Sanders les recordaba al jugador estadounidense Randy Bass, que militaba en las filas de un equipo conocido en Japón por tener una hinchada especialmente fanática.
Por fin, los aficionados del equipo recuperan la esperanza y es que después de aquel incidente no consiguieron ninguna victoria en años, atribuyendo una maldición por la pérdida de la estatua.
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