jueves, 24 de febrero de 2011

A por su undécimo ochomil... ¡a los 72 años!

Carlos Soria parece poseer el elixir de la eterna juventud. A punto de cumplir los 72 -lo hará el 5 de febrero- lleva toda una vida vinculado al alpinismo aunque no de forma profesional, y lo que le queda. Mientras la mayor parte de su generación trata de llevar una vida lo más tranquila posible, Carlos se ha marcado como objetivo completar la ascensión de las catorce montañas más altas de la tierra. Va por buen camino, lleva diez y seis de ellas las ha coronado ¡tras cumplir los 65!. En la actualidad le faltan por ascender: Anapurna, Kanchenjunga, Dhaulagiri y Lhotse, que será su próxima parada en marzo.

"En octubre conseguí mi décimo ochomil pero fue especial porque era la primera montaña a la que fui del Himalaya hace 37 años. Y además pude ayudar al colegio que había debajo del Manaslu con material, colchonetas, ropa para niños...Fue más que on ochomil. Y ahora, siguiendo con esta manía que me ha dado de intentar subir a las 14 montañas de 8.000 metros, creo que soy la persona más mayor que tiene ganas de hacerlo, no la única que puede hacerlo. Esta primavera es muy fácil que vaya al Lhotse, que tiene 8.560 metros y está pegada al Everest. Es muy posible que a finales de marzo vaya allí", nos cuenta.

El caso es no parar. Tiene una vitalidad envidiable pero él no le da importancia. "No paro porque toda mi vida he sido así. Tenía mi pequeño taller de tapicería y estoy acostumbrado a no parar. Además, a esta edad, en el plano deportivo, si paras cuesta mucho coger la forma. Normalmente la altitud te come mucho músculo y cuesta recuperarlo". Por eso intenta mantenerse en forma entrenándose con "un recorrido por la sierra, escalando un poco, montando en bicicleta o haciendo series en el monte al lado de Moralzarzal", donde reside.

"Yo era tapicero, un buen tapicero además, pero he nacido alpinista y siempre seré alpinista. Es algo que me va a apetecer el resto de mi vida"
A pesar de haberse dedicado a un sector que nada tiene que ver con la montaña, desde siempre se ha sentido alpinista, aunque no lo haya sido de forma profesional. "Yo era tapicero, un buen tapicero además, pero he nacido alpinista y siempre seré alpinista. Es algo que me va a apetecer el resto de mi vida".


Una vida imposible de entender sin una montaña de por medio. "Fui a las primeras expediciones que se formaron en España, entre ellas las del MacKinley (Norteamérica), al Cáucaso en el año 68, en la primera expedición al Himalaya también iba yo y la primera vez que se fue a Pakistán, al Karakórum", nos recuerda.

Seis ochomiles tras cumplir los 65 añosCuando cumplió los 60 fue cuando se le metió entre ceja y ceja intentar subir las 14 cumbres más altas del mundo y empezó a acumular récords, aunque como él reconoce "me importan un pimiento". No lo hace por reconocimiento sino por pasión. La única pega que le encuentra es que con el paso de los años, sus antiguos compañeros de expediciones ya no le pueden acompañar y los jóvenes, como trabajan, tampoco tienen su misma disponibilidad. "Lo que puedo hacer interesante en el alpinismo, a mi edad, es esto de los ochomiles porque puedo ir solo, ya me conoce mucha gente y es como hacer una carrera de fondo o de velocidad. Ahora yo estoy para hacer carreras de fondo más que de velocidad. Y lo de subir los 14 ochomiles me va bien", explica.

"No penséis que es un caso raro de corazón, lo que es Carlos es un caso raro de cabeza"
Y tanto que le van bien. Nunca un médico le ha puesto una pega por la edad. Todo lo contrario, le animan. "Para tu edad y el deporte que haces estás maravilloso", le dicen. Araceli Sagarra le puso como ejemplo en una conferencia: "No penséis que es un caso raro de corazón, lo que es Carlos es un caso raro de cabeza". Él mismo lo reconoce: "Muchos abuelitos se dedican a sus nietos. Yo tengo cuatro y procuro disfrutar de ellos pero lo mío es un poco rarito. Me gusta seguir haciendo mucho deporte", confiesa.


Sesenta años en las alturas y ningún percanceSu familia al completo siempre le ha apoyado y se enorgullece de que sus hijas hayan compartido con él alguna ascensión. Se le iluminan los ojos al hablar de ciertas expediciones (la primera vez que subió al Himalaya, al K-2, al Everest, a los Alpes, a los Andes) y se queja de que el alpinismo tenga mala prensa porque sólo salen en los medios los accidentes. "Llevo cerca de 60 años haciendo alpinismo y nunca me ha pasado nada. Me he roto una pierna esquiando en el año 70, nada más", pero advierte: "las montañas a veces son un paraíso que en pocas horas se pueden convertir en un infierno. Tienes que ser consciente de ello y de que además de subir hay que bajar con la suficiente fuerza".

"El alpinismo es uno de los deportes más maravillosos y donde se va a disfrutar. Siempre he tenido momentos estupendos en la montaña y pocos muy malos, como la muerte de algún compañero. Ha sido muy duro y también cuando ha habido dificultad por avalanchas y por el mal tiempo", añade.
Los malos momentos los pasa casi por alto porque son muchísimos más los buenos, por eso no se plantea dejar la montaña. ¿Hasta cuándo?, le preguntamos. "Hasta que tenga ganas. Las ganas se me quitarán cuando no encuantre suficiente vitalidad para hacerlo. Mientras tenga ganas lo intentaré. Lo que hace falta es entusiasmo, tener la cabeza despejada y saber que si vas allí es porque puedes estar en aquel sitio, si no lo mejor es no ir", sentencia.


A entusiasmo no le gana nadie, ahora sólo le falta encontrar patrocinadores para su próximo reto. "Uf, es complicadísimo. No he tenido suerte. Sé que el CSD me va a ayudar pero todos sabemos que estamos en un momento complicado y que no podrá ser todo lo que ellos quieran. Y estoy seguro de que el Ayuntamiento de Madrid al final también me va a ayudar. Y el Corte Inglés". Como se suele decir, el dinero no da la felicidad pero ayuda.

Fuente: Marca

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